«Es mejor enseñar a pescar que dar pescado». ¡Bravo! Como tantas otras frases que solemos coger, sin ni siquiera analizarlas o pensar en el contexto que se dirían. Me pregunto: ¿acaso mientras crecemos no nos dan pescado mientras nos enseñan a pescar? Nos olvidamos de la mala educación, explotación, falta de servicios, etc. ¡Pero si nos han saqueado el río, la caña, etc.! Nadie dice que no se enseñe a pescar y que solo se dé pescado. Seguro que puede haber gente que se aproveche y habrá que detectarles. Estamos de acuerdo en que hay que crear fuentes de trabajo, ¡quién dice lo contrario?
¿Por qué está? ¿Para qué? La miseria es un ciclo que se repite, madres solteras o familias que tienen a veces demasiados hijos. ¿Qué nos dice eso? Ciudadanos que han tenido una mala o falta de educación sexual, planificación familiar, poco interés u oportunidades a una educación superior que aunque era pública no se podía pagar, falta de estimulación, etc. Y los hijos continuaban el ciclo de miseria.
El bono por sí solo desaparecerá al acabar ese ciclo, por ahora debe servir para ayudar a las madres a poner negocios, a evitar que sus hijos trabajen y así puedan ir a la escuela; eso junto a una educación que mejore cada año, gratuita, da la oportunidad de terminar con el ciclo de miseria. El bono es más una ayuda a los hijos y a la sociedad en general, porque ahora tienen la oportunidad de con su esfuerzo superarse académicamente y con ello económicamente, por supuesto junto con cambios como la meritocracia, entre otras cosas. Con una población educada evitamos la delincuencia y que sea capaz de crear fuentes de trabajo.
Para ver que se avanza debemos fijarnos: en el aumento de la escolaridad, reducción de la pobreza, reducción del número de padres a temprana edad, etc. Que aumente el número de personas que reciben el bono por ser discapacitados, ancianos. Es necesario ya que antes no existía, estos bonos podrían reducirse en cuanto las generaciones actuales reciban como pensiones en función de lo aportado a la seguridad social.
Hace falta un cambio de actitud, tenemos gente que cree que hace un bien dando limosna, dinero a ONG's, ¡y sin embargo les cuesta pagar sus impuestos! He de entender que antes con la corrupción que existía se prefería evitar pagar impuestos a que se dejen el dinero los funcionarios, prevalecía la ley del más vivo, el más listillo —no listo, repito: listillo—.
Ahora está la llamada «Revolución Ciudadana», que desde el más alto cargo intenta cambiar el Sistema, ¿y acaso no se ven cambios? Con lo podrida que se encontraba nuestra sociedad ¿creen que se puede cambiar fácilmente? Falta empatía, les pregunto a todos aquellos que en vez de aportar con ideas se la pasan de criticones, ¿han tenido a cargo un grupo de trabajo? se imaginan dirigir una simple asociación, ahora imaginen un municipio, ¡un país! ¿Acaso podemos tener todo perfecto ya? Me causa gracia cuando en pleno enlace ciudadano el presidente pide algo y lo tiene que repetir varias veces hasta que le hacen caso... ¡La cantidad de funcionarios que no harán bien su trabajo! ¿Qué hacemos, nos llenamos de gringos que hagan un buen trabajo! (!)
La asimilación de cualquier frase como gran verdad de la vida, la falta de empatía, la falta de autocrítica, la critica destructiva, la falta de visión de futuro, el pesimismo: son una muestra de la mala educación que hemos tenido y bajo desarrollo. Entiéndase como educación, a la que recibimos en casa, aulas, de los medios de comunicación, la sociedad en general.
Esto es un extracto del original, escrito el 6 de noviembre de 2012, y a su vez la carta enviada a publicar en la sección de Opinión de diario El Telégrafo es un extracto de éste artículo.
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