¿Qué provoca la búsqueda de perfección en los líderes?
¿Hasta qué punto el exigir una aparente perfección y criticar el fallo en quienes están en posiciones de toma de decisiones hace que, por miedo al rechazo o al juzgamiento, estos recurran a la ocultación o a la mentira?
La contradicción social: fallar está bien... pero no para todos
Por un lado, en la sociedad se intenta fomentar que el fallo es parte del aprendizaje y crecimiento, sobre todo en el área del desarrollo personal y de habilidades blandas. Por otro lado, se ataca a quien comete errores; a mi parecer, el ámbito político es el más destacado en este sentido.
Es cierto que ciertas posiciones de liderazgo, como la de los políticos o los médicos, implican vidas en juego y se desea minimizar los fallos, pero ¿somos conscientes de que también habrá errores? Y no necesariamente intencionales o por no seguir un protocolo. A partir de los fallos, la humanidad ha ido añadiendo mejoras. Claro que debe haber sanciones cuando ha sido premeditado o por no hacerlo según un protocolo (pero incluso este último debe ser analizado pues tal vez se identificó que seguir el protocolo llevaba al fallo y realizar algo diferente fue lo mejor —me recuerda en parte a la película Sully—).
Siempre recuerdo una entrevista a niños, donde se les preguntaba qué querían ser de mayores. Varios decían bombero, policía, médico, profesor. Cuando el periodista preguntaba si querrían ser políticos, respondían con un rotundo no. Su reflexión era que los insultan, que sus padres hablan mal de ellos. Los niños no quieren ser tratados mal, por eso no quieren ser políticos.
También recuerdo, ya en la universidad, hablando con una compañera: le pregunté si se veía en política. Su respuesta fue similar a la de los niños. Dijo que le parecía un ambiente tóxico, donde para saber moverse hay que actuar mal o inmoralmente. ¿Cómo vamos a tener buenas personas en puestos políticos si la misma población promueve un rechazo hacia ese sector? ¿No hemos escuchado lo de «todos son ladrones», «todos mienten»? A tal punto que, si un familiar llega a un cargo político, se le dirá: «algo querrás sacar» —de forma despectiva—.
El disfraz de seguridad
Asimismo, el deseo de certidumbre cuando no la hay me lleva a observar que algunos comerciales transmiten con seguridad y confianza —porque así se enseña a comunicar— que su producto o servicio cumple cierta función, cuando en realidad no es así.
El exigir certidumbre parece conllevar un afán de culpar o menospreciar, lo cual nos lleva al surgimiento de la mentira en el otro por miedo o vergüenza.
Muchas veces lo hacen porque creen que podrán resolverlo más adelante, saliéndose con la suya al imponer a producción plazos imposibles para cumplir lo prometido. O porque tienen algo escueto relacionado con lo que el cliente desea y, por no decir que no lo tienen, dicen que sí lo hacen cuando realmente no hace lo que el cliente quiere. Esto ocurre en el sector empresarial donde hay desesperación por vender. De igual forma, en la política. Los políticos, por su parte, buscan transmitir confianza y certidumbre cuando en realidad no saben algo.
La necesidad de cambiar la expectativa
Y tanto los medios de comunicación como la población exigen certidumbre a los políticos cuando esta no existe.
Creo que se debe educar mejor en este sentido: se debe buscar la verdad. Y si la verdad es que en un momento no se sabe algo o no hay forma de saberlo, se debe aceptar y entender el porqué. Y continuar con la búsqueda de la verdad, no de exigir certidumbre.
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