Recuerdo una publicación que decía algo así como que el 70 % de las carreteras españolas no estaban en buen estado. Y la portada mostraba una vía con un par de baches pequeños; se veía mejor que muchas "autopistas" ecuatorianas.
En Ecuador, a una carretera de tierra que no se ha dañado mucho después de ser lastrada la llaman "buena". Si está asfaltada, ya es un lujo.
¿Acaso la población no está acostumbrada a que se hagan parches justo antes de las elecciones para reelegir a la autoridad de turno? Está acostumbrada a la mediocridad. ¡Las pintadas de pasos peatonales no duran ni tres meses al 100 %!
A veces es mejor tomar con humor que en Latinoamérica estamos acostumbrados a los apagones. Pero ¿hasta qué punto esa misma costumbre mantiene el subdesarrollo? Los estándares son distintos, y mientras no se aspire a mejores, lo "malo" en un lugar seguirá siendo considerado "excelente" en otro. Luego se sueña con tener el nivel de vida de los países más desarrollados, sin adoptar sus estándares de calidad.
¿No se decía que los ecuatorianos se malacostumbraron a tener el pasaporte el mismo día? ¿Que si pasaban calor en los buses de Guayaquil, que abrieran las ventanas?
También he escuchado despropósitos como pedir una carretera de cuatro carriles por sentido para la parte alta de El Oro. Si ni siquiera hay una carretera decente de un carril por sentido, mucho menos habrá una de cuatro en buenas condiciones, considerando el coste que eso supone.
Otro recuerdo que tengo es ver la reacción de distintos grupos al llegar a Nueva York: los latinoamericanos estaban maravillados, porque el nivel es mayor al de muchos países de la región; los europeos, japoneses o surcoreanos, no tanto. Parte era ilusión alimentada por Hollywood, pero también hubo decepción: basura en las calles, cables eléctricos colgando como tallarines, trenes y buses viejos, entradas al metro que parecen cárceles, ratas... ¿Lo que en Latinoamérica es normal? También existe en Europa, claro, y seguramente en los otros lugares, pero es menos frecuente —y sorprende más en una ciudad principal como Nueva York.
Debemos conocer más del resto del mundo y entender otras perspectivas. Por eso, para mí, las ideas de enviar becados ecuatorianos a países más desarrollados y captar talento internacional para que viniera a Ecuador representaban una forma de fomentar el intercambio cultural con miras a mejorar la sociedad ecuatoriana.
Una visión que, lamentablemente, quedó estancada.